ÓSCAR Y ALFONSO

Por Mariana Pellecer Luna

13 ôscar y Alfonso

 

Mi nombre es Julie y sé que lo que estoy a punto de contarles parecerá una locura y será muy difícil de creer, pero si pasó… yo tenía 14 años cuando a mis hermanos menores, Óscar y Alfonso, los convirtieron en orugas.

La habitación olía a fresas, el rocío de los árboles entraba por la ventana y se escuchaba un melodioso y dulce cantar.

-¡¡¡Óscar… Alfonso!!!-grité

Después de la muerte de mamá mis hermanos debían trabajar y yo debía hacer las tareas en casa.

-Ya deberían de haber regresado…

Estaba preocupada, ellos nunca llegaban tarde, así que decidí ir a buscarlos.

Me adentré en el bosque dejando lejos mi pequeña cabaña. Los busqué por horas y aun no los hallaba. Mientras más entraba, menos eran las probabilidades de encontrarlos. Seguí caminando hasta que me di cuenta de que aunque caminaba…no avanzaba. Mi cabaña apareció repentinamente frente a mí; era como si existiera un mundo paralelo. Estaba muy mareada y me temblaban mucho las piernas y me sentía muy débil y caí al suelo.

Abrí los ojos y logré distinguir a una mujer de vestido blanco, cabellos rubios y una belleza increíblemente sobrenatural.

-Acompáñame-me dijo mientras tomaba mi mano y ayudaba a levantarme y me condujo por un sendero esmeralda. El bosque había cambiado de una forma sorprendente. Hadas volaban por doquier y muchos animalitos corrían a mi alrededor.

-¿Dónde estamos?-pregunté

-En el bosque de la luminiscencia

-Y… ¿qué hacemos aquí?-inquirí

La mujer no respondió, solo siguió su camino mientras un hermoso unicornio caminaba a su lado.

Después de unos cuantos minutos, se detuvo frente a una gran roca color plata y dijo:

-El bosque de la luminiscencia es un lugar para…criaturas fantásticas y…

Se apartó dejando ver a dos pequeñas orugas.

-Son…tus hermanos.

Me quedé paralizada…eran mis hermanos…estos se subieron a mi mano y una lágrima cayó al suelo.

Sabía que era momento de devolverlos. Las orugas se deslizaron suavemente por mi mano al escribir “adiós”.

Nunca los volvería a ver…pero ellos, estarían a salvo con aquella mujer misteriosa.

Ahora tengo 24 años y la escritura en mi mano…sigue intacta.

 

(Este relato fue escrito por uno de los participantes del taller de Escritura Fantástica y está basado en “Los Misterios del Señor Burdick” por Chris Van Allsburg, FCE.)